El mes que viene, la inteligencia artificial entrará en los tribunales, y puede que el sistema judicial estadounidense no vuelva a ser el mismo.
Se espera que un chatbot de inteligencia artificial, tecnología programada para responder a preguntas y mantener una conversación, asesore a dos personas que luchan contra multas de velocidad en tribunales de ciudades no reveladas. Ambos llevarán unos auriculares inalámbricos que transmitirán lo que diga el juez al chatbot gestionado por DoNotPay, una empresa que suele ayudar a las personas a combatir las multas de tráfico por correo. Los auriculares reproducirán las respuestas sugeridas por el chatbot a las preguntas del juez, que las personas podrán repetir en el tribunal.
Es un truco. Pero también tiene el potencial de cambiar la forma en que la gente interactúa con la ley, y de traer muchos más cambios con el tiempo. El director ejecutivo de DoNotPay, Josh Browder, afirma que los elevados honorarios de los abogados han impedido históricamente que la gente contrate a abogados tradicionales para que luchen por ellos en los tribunales de tráfico, que normalmente implican multas que pueden alcanzar los cientos de dólares.
Así que su equipo se preguntó si un chatbot de IA, entrenado para entender y argumentar la ley, podría intervenir.
«La mayoría de la gente no puede permitirse un abogado», explica Browder en una entrevista. Usar la IA en una situación judicial real «será una prueba de concepto para que los tribunales permitan la tecnología en la sala».
Independientemente de que Browder tenga éxito -dice que lo tendrá-, las acciones de su empresa marcan el primero de lo que probablemente serán muchos más esfuerzos por introducir la IA en nuestra vida cotidiana.
La vida moderna ya está repleta de esta tecnología. Algunas personas se despiertan con una canción elegida por alarmas controladas por inteligencia artificial. Sus noticias también suelen estar seleccionadas por un programa informático al que se le enseña a elegir los elementos que les resultan más interesantes o que es más probable que comenten y compartan en las redes sociales. La IA elige qué fotos mostrarnos en nuestros teléfonos, nos pregunta si debe añadir una reunión a nuestros calendarios basándose en los correos electrónicos que recibimos y nos recuerda que enviemos por SMS una felicitación de cumpleaños a nuestros seres queridos.
Pero sus defensores afirman que la capacidad de la IA para clasificar información, detectar patrones y extraer datos rápidamente significa que, en poco tiempo, podría convertirse en un «copiloto» de nuestra vida cotidiana. Los programadores de GitHub, propiedad de Microsoft, ya utilizan la IA para crear aplicaciones y resolver problemas técnicos. Los administradores de redes sociales confían en la IA para determinar el mejor momento para publicar un nuevo artículo. Incluso nosotros, estamos experimentando si la IA puede ayudar a escribir historias de tipo explicativo sobre el siempre cambiante mundo de las finanzas.
Por tanto, puede parecer solo cuestión de tiempo que la IA se abra camino también en sectores que requieren mucha investigación, como el jurídico. Y teniendo en cuenta que el 80% de los estadounidenses con rentas bajas no tiene acceso a asistencia jurídica, mientras que entre el 40% y el 60% de la clase media sigue teniendo dificultades para conseguirla, está claro que hay demanda. La IA podría ayudar a satisfacer esa necesidad, pero los abogados no deben sentir que la nueva tecnología les va a quitar negocio, dice Andrew Perlman, decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Suffolk. Es simplemente una cuestión de escala.
«No hay forma de que la abogacía pueda prestar todos los servicios jurídicos que la gente necesita», afirma Perlman.
Recurrir a la IA
DoNotPay comenzó su último experimento de IA en 2021, cuando las empresas tuvieron acceso anticipado a GPT-3, la misma herramienta de IA utilizada por la startup OpenAI para crear ChatGPT, que se hizo viral por su capacidad para responder preguntas, escribir redacciones e incluso crear nuevos programas informáticos. En diciembre, Browder lanzó su idea a través de un tuit: que alguien llevara un AirPod de Apple al tribunal de tráfico para que la IA pudiera escuchar lo que ocurría a través del micrófono y dar respuestas a través del auricular.
Además de las burlas de la gente, Browder sabía que tendría que enfrentarse a otros retos. Muchos estados y distritos limitan los asesores jurídicos a los que están autorizados a ejercer la abogacía, un claro obstáculo que, según la profesora de la Facultad de Derecho de la UC Irvine Emily Taylor Poppe, puede causar problemas a la IA de DoNotPay.
«Debido a que la IA proporcionaría información en tiempo real y a que implicaría la aplicación de la ley pertinente a hechos específicos, es difícil ver cómo podría evitar ser vista como la prestación de asesoramiento jurídico», dijo Poppe. Esencialmente, la IA sería considerada legalmente como un abogado que actúa sin licencia para ejercer la abogacía».
Las herramientas de IA también plantean problemas de privacidad. Técnicamente, el programa informático necesita grabar audio para interpretar lo que oye, algo que no está permitido en muchos tribunales. Los abogados también deben respetar las normas deontológicas que les prohíben compartir información confidencial sobre sus clientes. ¿Puede un chatbot, diseñado para compartir información, seguir los mismos protocolos?
Perlman afirma que muchas de estas preocupaciones pueden resolverse si estas herramientas se crean con cuidado. Si tienen éxito, afirma, estas tecnologías también podrían ayudar con las montañas de papeleo que los abogados encuentran a diario.
En última instancia, argumenta, los chatbots pueden llegar a ser tan útiles como Google y otras herramientas de investigación lo son hoy en día, evitando que los abogados tengan que recorrer físicamente las bibliotecas jurídicas para encontrar información almacenada en estanterías.
«Los abogados que intenten prestar servicios jurídicos sin tecnología serán inadecuados e insuficientes para satisfacer las necesidades jurídicas del público», afirma Perlman. En última instancia, cree que la IA puede hacer más bien que mal.
Los dos casos en los que participa DoNotPay influirán probablemente en gran parte de esa conversación. Browder se negó a decir dónde tendrán lugar los procedimientos, alegando motivos de seguridad.
Ni DoNotPay ni los acusados tienen previsto informar a los jueces ni a nadie en el tribunal de que se está utilizando una IA o de que se está grabando audio, un hecho que plantea problemas éticos. Esto ya provocó reacciones en Twitter cuando Browder pidió voluntarios para multas de tráfico en diciembre. Pero Browder dice que es probable que los tribunales elegidos por DoNotPay sean más indulgentes si se enteran.
El futuro de la ley
Después de estas peleas por multas de tráfico, DoNotPay planea crear una presentación en vídeo diseñada para abogar a favor de la tecnología, en última instancia con el objetivo de cambiar la ley y la política para permitir la IA en los tribunales.
Los estados y las organizaciones legales, mientras tanto, ya están debatiendo estas cuestiones. En 2020, un grupo de trabajo de California dedicado a estudiar formas de ampliar el acceso a los servicios jurídicos recomendó, entre otras reformas, permitir que determinados profesionales sin licencia representen a clientes. El Colegio de Abogados de EE.UU. pidió a los jueces que utilizan herramientas de inteligencia artificial que tuvieran en cuenta los prejuicios inculcados en las propias herramientas. La UNESCO, organización internacional dedicada a preservar la cultura, tiene un curso gratuito en línea que cubre los aspectos básicos de lo que la IA puede ofrecer a los sistemas jurídicos.
Por su parte, Browder afirma que los chatbots de IA se harán tan populares en los próximos dos años que los tribunales no tendrán más remedio que permitirlos de todos modos. Quizás las herramientas de IA tengan un sitio en la mesa, en lugar de tener que susurrarnos al oído.
«Hace seis meses, ni siquiera se podía imaginar que una IA pudiera responder de forma tan detallada», afirma Browder. «Nadie ha imaginado, con todas las de la ley, cómo podría ser esto en la vida real».